El equilibrio es la propiedad de la jugabilidad que nos hace sentir que todos los elementos tienen su papel, que no sobra ni falta nada al diseño. La dificultad es una medida más objetiva que relaciona a un juego con el tipo de jugador capaz de jugarlo con éxito.
La progresión es el ritmo con el que variamos los contenidos e incrementamos la dificultad a lo largo del juego. En algunos casos hay mecánicas que pueden perder protagonismo según se avanza en el juego, lo cual puede tener sentido o percibirse como algo frustrante por el jugador, como se comenta en este artículo.
Podemos tener un selector de dificultad “a priori” o incluir (lo que Daniel Robledo llama imbuir) el ajuste de dificultad dentro del propio juego, ofreciendo diversas formas de jugar al jugador o adaptando el comportamiento del juego dinámicamente según el rendimiento del jugador.
Más información
Recomendamos consultar otros documentos como estos:
- Robledo, D.: Dificultad Imbuida. Daniel Robledo. X (2023)
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